Formar parte de una tribu urbana consiste en buscar en los congéneres modos
de pensar y de sentir similares a los propios, compartiendo una cultura
urbana, sin ser necesariamente conscientes de ello. El placer de pertenecer a
una tribu urbana proviene de la suspensión de la exigencia de adaptarse a un
universo adulto o social y a sus reglas de pensamiento y de conducta.
Las tribus urbanas autorizan actividades que están en los límites de las reglas
morales y sociales: el juego, la bebida, el escándalo... Sin embargo, las
actividades realizadas no son el objetivo esencial de la banda: el objetivo es
el de estar juntos porque se es semejante.
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